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lunes, 17 de agosto de 2015

QUE ALIMENTOS NO DEBERIAS METER EN NEVERA


QUE ALIMENTOS NO DEBERIAS METER EN NEVERA
Alimentos que no deberías guardar en tu nevera
Nos hemos acostumbrado a meter toda clase de alimentos en el frigorífico sin preocuparnos de si es necesario o no para su adecuada conservación, o si con ello conseguimos alterar su sabor y textura
Hay que ver la cantidad de cosas que guardamos en la nevera. Meter todo tipo de alimentos en el frigorífico se ha convertido en uno de nuestros hobbies. Poco nos importa si es o no estrictamente necesario para su conservación, o si al someter los alimentos al frío pierden su sabor característico y/o parte de sus propiedades. Ante la duda todo acaba parando en el refrigerador, hasta las aceitunas o incluso la pasta. Sí, sí, con el paquete incluido.
Seguro que si le preguntáis a algún familiar o pariente cercano os daréis cuenta de que el fenómeno del “neverismo” está cada vez más extendido. Por inercia todos hemos caído en el vicio de acumular comida en el frigo. ¿Que no sabemos cómo conservar un determinado alimento que hemos comprado? Pues a la nevera, que para algo está. Lo cierto es que, desde un punto de vista gastronómico, cometemos auténticos crímenes. Por eso, vamos a analizar cada uno de estos casos y a desvelar qué alimentos no deberíamos guardar en la nevera.
Para empezar pondremos como ejemplo al tomate. Esta fruta no hace muy buenas migas con la nevera, ya que el frío deteriora sus membranas internas y hace que su pulpa se vuelva insulsa y pastosa. Así que a partir de ahora ya sabéis, mejor dejarlos a temperatura ambiente. A otras frutas de verano como los melocotones, nectarinas, berenjenas o pimientos tampoco les seduce la idea de pasar el invierno encerrados en el frigorífico. Acaban perdiendo su sabor y su textura, por lo que siempre que nos sea posible es recomendable comprar la cantidad justa que vayamos a utilizar.
Las frutas de origen tropical no son una excepción. Para que no acabes comiéndote un fósil de color verde –duro como una piedra– es preferible que mantengas los aguacates lejos del refrigerador, en un lugar oscuro y fresco, mientras maduran. Lo mismo ocurre con los plátanos y con la piña, ya que las bajas temperaturas interfieren en sus procesos de maduración.
Pero esto no es todo, existen otros muchos ejemplos: las patatas, los ajos y las cebollas, entre otras hortalizas, deberían permanecer siempre fuera de la nevera. Con el frío, los almidones del tubérculo se transforman en azúcar, modificando por tanto el sabor final. El pan es otra de nuestras víctimas, puesto que con frecuencia creemos que se estropea antes sobre la encimera. Y los quesos, cómo íbamos a olvidarnos de ellos. Si consumimos quesos secos con cierta rapidez y los mantenemos en un lugar fresco no sería necesario meterlos en la nevera; bastaría con guardarlos envueltos en papel.
Tomate
Los tomates pierden su sabor en el refrigerador haciendo que sea más insípido, su textura se altera ya que el frío la hace más harinosa al romper sus membranas interiores y las bajas temperaturas impiden su maduración.
Patatas
Cebolla y ajo
Al someterse a bajas temperaturas, la cebolla y el ajo se endurecen y pierden sus propiedades. Se recomienda mantenerlas en un sitio oscuro, fresco y seco, preferiblemente en una bolsa de tela.
Quesos secos
Queso
Es común guardar el queso en el refrigerador porque se cree que allí se conservará mejor. Dependiendo del tipo de queso, el refrigerador puede ser un error que le puede cambiar el sabor y lo puede hacer más insípido. Quesos secos como el parmesano o alguno similar, no requiere refrigeración porque puede perder su sabor, como alternativa se puede usar un recipiente hermético puesto a temperatura ambiente.
Melones y melocotones
A menos de 10 grados pierden su sabor y algunas de sus propiedades, en este caso es preferible mantenerlos a temperatura ambiente.
Las patatas se ven afectadas ya que las bajas temperaturas las hacen más harinosas, esto hace que el almidón se convierta en azúcares y su sabor cambia. Se recomienda guardar en bolsas de papel ya que así tardarán más en descomponerse.
Que presten atención los que se pirran por los dulces. Cuando no hace demasiado calor, o el chocolate no contiene rellenos lácteos, no hay motivo para conservarlo en la nevera. Compruébalo tú mismo. Pon una tableta de chocolate o unos bombones en el frigorífico y verás como al cabo del tiempo se cubre con una capa blanquecina, señal de que su textura y sabor se han alterado. No te recomiendo que hagas lo mismo si te gastas una fortuna en un jamón ibérico, no vaya a ser que luego su sabor se parezca demasiado al de los serranos más vulgares.
Mención aparte merece meter conservas en la nevera, a excepción de las de anchoa. Cereales, legumbres, frutos secos, harinas o azúcar tampoco deben caer en manos del frío. Y que no te quepa ninguna duda, algunas salsas tampoco necesitan ser condenadas al frío polar.
Lo que está claro es que nunca te despertarás sin saber algo nuevo. A partir de ahora, cuando atravieses la cocina mirarás a la nevera de reojo y le sacarás la lengua en señal de protesta. Pero también sonreirás, recordando que no es un armario en el que guardas la ropa de invierno cuando no tienes espacio suficiente.

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