El salmón es un pescado azul o graso que aporta unos 11 gramos de
grasa por cada 100 gramos de porción comestible, un contenido similar al
de las sardinas, el jurel o el atún. La grasa presente en los pescados
azules es rica en ácidos grasos omega-3, que contribuyen a disminuir los
niveles de colesterol y triglicéridos plasmáticos, y además hacen más
fluida la sangre lo que previene la formación de coágulos o trombos. Por
este motivo, se recomienda el consumo habitual de salmón a la población
general, y particularmente en caso de trastornos cardiovasculares.
No todo el salmón es igual
Una cosa sobre la que tenéis que prestar atención cuando vayáis a
comprar el salmón es si éste ha sido criado en piscifactoría o pescado
en aguas abiertas. Más y más estudios están apareciendo y corroborando
que el salmón de piscifactorías no contiene las correctas proporciones
entre omega 3 y omega 6 y que puede incluso contener el doble de omega 6
que de omega 3, lo que puede conducir a una deficiente absorción y a
otros problemas de salud. Además, si la proporción de omega 6 es
demasiado alta, puede en realidad promover la inflamación, en lugar de
protegernos contra ella mediante los omega 3. Intentad averiguar con la
persona encargada de la pescadería o del supermercado el origen del
salmón y aseguraos de leer las etiquetas para descubrir si el salmón que
estáis comprando procede de aguas abiertas o de piscifactoría. Eso
puede marcar una gran diferencia en los beneficios que podéis derivar de
este pescado.
Asimismo, el salmón es una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico, al igual que el resto de pescados.
En cuanto a vitaminas destaca la presencia de algunas pertenecientes al
grupo B como la B2, B3, B6 y B9 y B12, todas ellas con importantes
funciones.
En general, estas vitaminas permiten el
aprovechamiento de los nutrientes energéticos, es decir, hidratos de
carbono, grasas y proteínas e intervienen en procesos de gran
importancia funcional (formación de glóbulos rojos, síntesis de material
genético, funcionamiento del sistema nervioso y del sistema de
defensas, etc.). No obstante, la cantidad presente de estas vitaminas no
es muy significativa si se compara con alimentos ricos en estos
nutrientes (cereales integrales, legumbres, verduras de hoja verde,
levadura de cerveza, hígado y carnes en general).
La riqueza en
grasa del salmón hace que contenga cantidades interesantes de algunas
vitaminas liposolubles como la vitamina A y la D. La A contribuye al
mantenimiento, crecimiento y reparación de las mucosas, piel y otros
tejidos del cuerpo. Además favorece la resistencia frente a las
infecciones, es necesaria para el desarrollo del sistema nervioso y para
la visión nocturna. También interviene en el crecimiento óseo y
participa en la producción de enzimas en el hígado y de hormonas
sexuales y suprarrenales. La D regula los niveles de calcio en la sangre
y favorece la absorción y fijación de este mineral en los huesos.
En lo relativo a los minerales, el salmón es buena fuente de magnesio y
yodo, y su contenido medio de hierro es inferior al de la mayoría de
los pescados. El magnesio se relaciona con el funcionamiento de
intestino, nervios y músculos. También forma parte de huesos y dientes,
mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante. El yodo es
indispensable para el buen funcionamiento de la glándula tiroides que
regula numerosas funciones metabólicas, así como el crecimiento del feto
y el desarrollo de su cerebro.
El salmón presenta un
inconveniente que comparte con todos los pescados azules, y es su
contenido en purinas, que en el organismo se transforman en ácido úrico,
por lo que se aconseja limitar su consumo en caso de hiperuricemia o
gota. Además, cabe destacar el contenido de sodio, tanto del salmón
ahumado como de las huevas, con respecto al fresco, ya que se les
adiciona sal como conservante. En concreto aportan 1200 mg y 1500 mg de
sodio respectivamente. Por ello, tanto el consumo de salmón ahumado como
las huevas de salmón se desaconseja en caso de hipertensión arterial u
otros trastornos de salud que cursen con retención de líquidos.
El
salmón puede contener más calorías aunque para una persona activa no
debe ser algo por lo que preocuparse. Sin embargo, estas calorías extra
vienen acompañadas de grasas saludables para el corazón, además el
salmón contienen casi tanto calcio como un vaso de leche y prácticamente
cubre las necesidades diarias de vitamina D
Este salmón se
caracteriza por haber sido criado en piscifactoría pero con una dieta
controlada, usando ingredientes selectos (aceites y alimentos de origen
vegetal como algas y zooplancton), de tal forma que es rico en ácidos
grasos omega 3 de origen vegetal. Además, contiene vitaminas
antioxidantes como las vitaminas A y E, selenio y muy bajos niveles de
contaminantes.
SANGRE Y DE ORINA
Las mujeres participantes en el
estudio proporcionaron muestras de sangre y de orina y completaron un
cuestionario de frecuencia de alimentos en la semana 20 del embarazo
(que recopilaba la ingesta de alimentos en las 12 semanas previas),
igual que en la semana 34. Posteriormente, en la semana 38 del periodo
gestacional, también se tomaron muestras de sangre y de orina y, en el
momento del nacimiento, se recogió la sangre de cordón de la vena
umbilical después del pinzamiento del cordón, inmediatamente después del
parto.
Los científicos comprobaron que aquellas mujeres embarazadas
que normalmente presentan una baja ingesta de pescado, cuando consumen
dos porciones de salmón a la semana aumentan el contenido de ácidos
grasos omega 3, tanto en ellas como en sus recién nacidos, y consiguen
alcanzar la ingesta mínima recomendada para estos ácidos grasos.
Además, el consumo de dos porciones de salmón a la semana durante el
embarazo no aumenta el estrés oxidativo, a juzgar por los biomarcadores
de oxidación de lípidos y de daño oxidativo al AND determinados en este
estudio. Incluso, aumentan las concentraciones de selenio y retinol en
las mujeres embarazadas y de selenio en los recién nacidos. Esta mejora
de las defensas antioxidantes podría ser útil para prevenir y reducir el
estrés oxidativo adicional asociado al embarazo normal.
Por último,
el consumo de salmón , por parte de las mujeres embarazadas , no afecta
negativamente al sistema de defensa antioxidante, al metabolismo de los
hidratos de carbono o de lípidios, así como tampoco a la concentración
de adipoquinas, citoquinas o de los biomarcadores de homeostasis
vascular, de sus recién nacidos.
han demostrado que el consumo de
dos piezas de salmón d (rico en ácidos grasos omega 3 y mínimamente
contaminado) a la semana durante el embarazo resulta beneficioso tanto
para la salud de la mujer como para la del niño.
el consumo de
salmón aumenta, tanto en ellas como en sus recién nacidos, el nivel de
ácidos grasos omega 3, y mejora las defensas antioxidantes de ambos
debido a los niveles de selenio y retinol, contenidos en el pescado.
Además no afecta al nivel de estrés oxidativo en el organismo ni a la respuesta inflamatoria y la homeostasis vascular,
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