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lunes, 10 de agosto de 2015

MANTENER A RAYA LA ANSIEDAD POR COMER

MANTENER A RAYA LA ANSIEDAD POR COMER
Comencemos con lo primero que elimina el apetito: comer. Así es. Para ser más exactos, comer varias veces raciones pequeñas. La clave está en comer cada dos horas (seis o siete comidas diarias) en vez de hacer una comida grande cada cinco o seis horas. Ingerid sólo lo que el cuerpo necesita y en el momento que lo necesita. Así, evitaréis la sensación de hinchazón de una gran comida. El organismo puede digerir una cantidad de alimento concreta en una toma y el resto lo elimina. Sin embargo, si tomáis porciones pequeñas a lo largo del día os aseguraréis de que el cuerpo las utiliza y el nivel de azúcar en sangre se mantendrá estable, por lo que no sentiréis hambre.
El tema del azúcar en sangre nos lleva al segundo método para controlar el hambre. Se trata de consumir carbohidratos complejos, como las patatas, las batatas, la avena y el salvado. Alejaos de los azúcares o carbohidratos simples. Muchos creen que no deben probar ningún carbohidrato mientras hacen dieta, pero esa estrategia provoca crisis de hambre. Los carbohidratos es la materia que el cuerpo descompone y convierte en azúcar para obtener energía. Si no consumís carbohidratos, el nivel de azúcar caerá y tendréis ganas de comer. No es un buen modo de controlar el apetito.
No obstante, no podéis comer cualquier carbohidrato. Tenéis que alejaros de los refinados porque en el organismo se comportan como azúcares simples. Estos se queman rápidamente y causan un pico insulínico que después provoca un descenso repentino del azúcar en sangre y el consiguiente hambre. Además, con el pico de insulina el cuerpo acumulará grasa. Es decir, que cuando se crea un entorno favorable a la acumulación de tejido adiposo es precisamente cuando más hambre se tiene. Sin duda, no es bueno. Debéis comer carbohidratos complejos que se descompongan lentamente de forma que el nivel de azúcar sea estable y no se produzca un efecto yoyó. Así os sentiréis satisfechos y sin hambre.
Los carbohidratos no son el único nutriente importante para controlar el apetito. Tened también en cuenta a la proteína. La proteína tarda en digerirse y no influye en el nivel de azúcar plasmático como los carbohidratos. De hecho, mantiene la sensación de saciedad más tiempo, y las hormonas que indican que se tiene hambre tardan en aparecer. La proteína que mejor hace esta función es la de suero, así que tenedla a mano para no pasar hambre.
Ahora que ya tenéis a los carbohidratos complejos y a la proteína en la lista de la compra, añadid el agua. El agua calma el apetito porque llena el estómago y engaña al cuerpo.
Otro supresor líquido del apetito es el té verde.
Otro sistema para controlar el hambre, es manteneros ocupados. Mi casa y mi coche nunca han estado tan limpios como durante la dieta de competición. Buscaos actividades fuera de casa para quemar calorías y olvidaros de que tenéis hambre. Hay muchas maneras de manteneros ocupados y alejados de la comida sin gastar demasiadas energías.
Estar activo es bueno para controlar el hambre. ¿Sabíais que durante el ejercicio se liberan unas hormonas que eliminan el apetito? Además de hacer más cosas durante el día, dad un paseo por la noche después de cenar para no picar antes de acostaros. El ejercicio extra también os ayudará a dormir mejor. Lo cierto es que estando más activos no tendréis tanta hambre y la mente no pensará en comida.
Si quieres comer mal acabarás con un cuerpo asqueroso. No quiero ponerme desagradable, pero es así. Eres lo que comes. Si os cuesta comer sólo lo que necesitáis, fijaos en quienes no pueden controlarse. No es agradable.
Así que lo mejor para perder peso y lucir la figura es no engordar. Si elimináis el hambre no querréis tomar esas calorías extra que se estancan en el cuerpo.. Si evitar ganar peso es complicado, ayudaos siendo activos y evitando tener hambre. El ejercicio, beber agua y comer a menudo raciones pequeñas mantendrán el hambre a raya. Así, conseguiréis la cinturita que siempre habéis querido.
Come chicle sin azúcar: A la gran mayoría nos disminuye el apetito y ansiedad. Sin abusar, con moderación.
. Toma agua: Muchas veces confundimos la sed con hambre. 3 litros al día bien distribuidos. Tomar agua controlara apetito y acelera metabolismo. Eso sí, ¡AGUA! Todas esas bebidas “sin calorías” pero full de edulcorantes y químicos AUMENTAN apetito y ansiedad. Básicamente por esto, el cerebro no sabe que ese dulce es “de mentira” y más dulce atrae más dulce. Te hace “querer más dulce”
Mentalízate: lo cierto es que eventualmente te dará hambre o ansiedad en momentos en los que no te toca comer y tienes que tener fuerza de voluntad. Sobre todo si buscas rebajar, ya que para perder grasa debes quemar más de lo que comes y este déficit genera hambre, ¡es lógico! ¡Contrólate! ¡Cero quejas!
Que te cueste
Si quieres evitar comer azúcar o algo dulce, no lo tengas cerca de ti, para que cuando sientas ganas de comer algo dulce tengas que “esforzarte” por salir e ir por él. Esto muchas veces mata el antojo y es por tanto, una buena opción a considerar.
Emplear condimentos varios para sumar sabor a las preparaciones y así, lograr platos sabrosos y al mismo tiempo saciantes.
¿Cómo controlar el hambre psicológico?
El primer paso para identificar el tipo de hambre que tenemos es pararnos unos minutos a pensar si realmente tenemos hambre o si se trata de un capricho o antojo: el solo hecho de detenernos a reflexionar ya puede ser un buen indicador. Comer de manera inconsciente y rodeados de distracciones nos impide ser conscientes del nivel de saciedad de nuestro cuerpo, como ya dijimos cuando hablamos del mindful eating.
Identifica cuándo y por qué se producen estos “ataques de hambre”, que por norma general suelen darse frente a las mismas situaciones y a la misma hora del día. Si sabes que a partir de las ocho de la tarde te da antojo de galletas y estás preparado mentalmente para ello, será mucho más fácil controlarlo. Planea algo diferente para ese momento del día: lee un libro, sal a hacer ejercicio, juega con tus hijos… Mantente ocupado durante ese período de tiempo.
Aliméntate de forma sana, y que eso se refleje en tu nevera. Si comes bien (cubriendo tus necesidades calóricas y de macronutrientes) y de manera saludable, será más difícil que caigas en los antojos. Intenta no llevar una dieta muy restrictiva y realiza una comida trampa si lo consideras necesario para rebajar la ansiedad (la clave es “una” comida trampa, no todas).
Conócete a ti mismo y no te boicotees: si sabes que por la tarde te entra una ansiedad irrefrenable por comer chocolate, no tengas chocolate en casa, al menos hasta que puedas controlar los ataques de ansiedad.
Debemos realizar un cambio de mentalidad y concienciarnos de que esos “ataques de hambre” son más algo psicológico que algo físico: aprende a diferenciarlos y tendrás media batalla ganada.

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